“Soy Leonardo pero me dicen Leo”, se presenta Leonardo Gabriel Carrizo de 11 años. “Su doble”, otro chico igual a él, pero con el pelo más corto, y con el mismo timbre de voz continúa la frase: “... y yo, Joaquín, pero me dicen ‘Júaquin’”, sonríe y deja relucir un par de “paletas” mellizas con las de Leo. ¿Son gemelos? “¡Sí..!”, contestan al unísono. Ríen y se miran. “Siempre nos pasa... contestamos al mismo tiempo...”. ¿Y son iguales en todo? “¡No!”, vuelven a coincidir. “A mí me gusta el dibujo”, aclara Leo, “... y a mí, la matemática”, vuelven a completar la frase.
Más que diferentes, Leo y Jua son complementarios. Uno siempre está pendiente de lo que le falta al otro. Son como las piezas de encastre, de las que dibuja Leo cuando está aburrido. Son iguales pero de distintos colores que Leo pinta como si fuera un mandala. “Las hago en el recreo, en cualquier papel, me salen solas ... y sin darme cuenta voy haciendo formitas”, explica el pequeño artista. Varias de esas piezas pequeñas están presentes en el dibujo que Leo hizo para el concurso “Dream Car” de Toyota Motor Corporation.
El auto que soñó Leo fue ganador del primer premio a nivel nacional y también pasó la instancia mundial que compitió contra 950.000 dibujos de chicos de 86 países. El 20 del mes que viene viajará al Japón con todos los gastos pagos para él y un acompañante para participar junto a otros 30 ganadores mundiales en un encuentro intercultural. También realizarán visitas turísticas a las ciudades de Nagoya y Kyoto. El 1° de septiembre comenzará la nueva edición del concurso.
Esta es la segunda vez que Leo logra el galardón nacional. En 2015 ya había competido contra 3.000 chicos. Leo y Jua están emocionadísimos porque viajarán juntos (jamás se han separado por mucho tiempo) y además porque será su primer viaje en avión. La familia ha decidido acompañarlos. “Oportunidades como estas no se dan muy a menudo así que decidimos hacer un sacrificio y comprar tres pasajes más para que viaje toda la familia” cuenta Hugo Carrizo padre de los gemelos y también de María Belén, de 15 años.
Los Carrizo son una familia de artistas. Hugo es escultor, pero vive de la fabricación de juguetes didácticos para escuelas y María Belén estudia teatro en la Facultad de Artes de la UNT. Verónica Ovejero, la mamá, es la única “mente fría” de la casa, es contadora. Pero todos se complementan y esa armonía se nota en la decoración de la casa, en el barrio Blasco II. Las paredes y las repisas están revestidas con cuadros y esculturas de los artistas de la casa. Los muebles están pintados con vivos colores.
El auto soñado
Leo más que un auto dibujó un universo. El artefacto vuela por el cielo y lleva consigo todos los colores de la caja de lápices. “Funciona con tres tipos de energía: una eólica, por eso en la trompa tiene un abanico multicolor para generar viento; una solar, y aquí tiene un mini sol (el verdadero sol es enorme y está a un costado de la hoja) y otra energía de combustión, por eso le salen llamas en la parte de atrás ¿ves?”, explican a cuatro manos los gemelos. “¡Ah! y esta pierna con zapato que sale por debajo del auto es la del tripulante”.
Debajo del auto futurista, sobre la tierra (que también parece el mar) crece una planta de corales del que brota una hilera de burbujas. Al lado hay un castillo de piedra con pequeños detalles escondidos para divertir a quien lo mire: unas orejas de gato por aquí, un brazo musculoso que se escapa por una ventana y una cabeza de Frankenstein por allá...
Leo y Jua no necesitan hablar para comunicarse. Juegan los dos “con la imaginación”, dicen. Por ejemplo, juegan a una pelea de monstruos, comparten el escenario y hasta el mismo argumento. Pero cada uno se imagina los monstruos de manera diferente, con colores diferentes. Pueden pasar horas jugando entre los dos en un mundo donde solo ellos dos entran. Por eso es que Leo dibujó el auto pero Jua es el mejor logra explicarlo.
“El auto del Tiempo”. Lo titularon así porque atraviesa el espacio y el tiempo. ¿Faltará mucho para viajar en uno así? Por el momento Leo será el primero en usarlo. Lo llevará a dar un paseo con su familia por el mundo del Japón.